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¿Por qué la ruptura cuesta tanto? ¿Se puede terminar un psicoanálisis o crea dependencia?

Porque la ruptura implica la puesta en juego de un deseo que va contrariar los deseos del otro. Y frustrar al otro siempre hace que nos pongamos en un lugar donde no nos vamos a sentir tan queridos,  ni reconocidos. Porque estoy haciendo algo que a ti te hace daño,  entonces no es fácil asumir la responsabilidad y hacerse cargo, aunque sea de un modo respetuoso, de decirle al otro que no. Hay personas que tiene que trabajar mucho en análisis para poder decirle a alguien que no. Irse de un trabajo, por ejemplo, hay quien no está a gusto,

“no le gusta cómo me tratan, no me gusta esto, no me gusta aquello…, y sin embargo me da no sé qué, me da miedo…”

Y es que los cortes siempre cuestan, y en análisis se refleja lo que a una persona le pasa en la vida. Es decir: aquella persona que tiene problemas para cortar con una  amistad, con un trabajo que no quiere, con un amor que ya no quiere, va a tener problemas también para cortar un análisis.  Quien tiene la libertad de decirle a alguien:

“mira, eres divina, pero yo ya no quiero estar más contigo como pareja, te sigo queriendo mucho como persona pero ya no como pareja…”

Va a poder decirle a su analista:

“mire usted es una buena persona, me ayudó mucho pero ya no quiero venir más”

entonces estas cosas que pasan en la vida, se transfieren al análisis (de ahí el nombre de transferencia) y nos permite a los analistas saber cómo funciona fuera, porque repite con nosotros sus formas de comportarse.

¿Por qué es más fácil desaparecer que la ruptura cara a cara?

Es más fácil pero mucho más costoso y más perjudicial. En primer lugar, porque como decíamos, hacerse responsable de algo es más difícil que no hacerlo. Hay que tener una cierta valentía para hacerse cargo de los hechos, de las decisiones propias. Por eso algunos prefieren huir, que encarar la ruptura.  Lo que lo hace más fácil es evitar afrontar un mal momento.  El mal momento de decirle a  alguien algo que no quiere escuchar…, que te digan algo a ti a cambio…, tener que hablar de ello…

A veces hay personas que lo hacen del siguiente modo. Le ocurre más en general a los hombres que a las mujeres, porque le ocurre más a la neurosis obsesiva que a la histeria, no es una cuestión de sexo sino de estructura psíquica. Es el hecho de hacerse pedir lo que alguien desea. Es decir: “yo no quiero seguir contigo y voy a buscar la manera de que te enfades conmigo y me digas que se acabó”.  Eso también es un gesto de cobardía, por eso es importante estar agradecido a  aquella persona que se atreve a decirnos con honestidad: “yo ya no quiero seguir contigo”. Es más frecuente en la estructura histérica que una mujer lo diga porque su deseo se manifiesta más rápido:, por eso es más probable  que te diga: “Mira ya no te aguanto más.  Márchate” mientras que el hombre si quiere decir lo mismo tarda seis años hasta que se hace echar. Es su peculiar modo para la ruptura.

¿Cómo han cambiado las cosas con las nuevas tecnologías?

Han cambiado las formas. Ahora es horrible si te borran del Facebook, antes esto era irrelevante, pero son señales que nos lanzamos, nuevas señales similares a cuando antes no te cogían el teléfono, o no te contestaban una carta. Las relaciones humanas que son tan complejas y tan sensibles, toman de estas tecnologías señales que trasmiten emociones, sensaciones, ambigüedad…  Estas cuestiones hay que tomarlas como cosas que le pasan a los pacientes de hoy en día y no le pasaban a los de hace unos años.