La Alienación Mental
Desde los inicios del psicoanálisis, las tentativas de Freud de tratar pacientes psicóticos mediante el psicoanálisis como método resultaron un fracaso e incluso contraproducentes y por eso Freud desaconsejó claramente el uso de este método creado por él en estos casos, introduciendo la importancia de un tiempo de prueba con el objetivo de, justamente descartar un diagnóstico de psicosis.
Por eso la importancia del diagnóstico diferencial. El punto que se resistía por conflictivo fue siempre la transferencia. Esta aparente incapacidad de establecer un lazo afectivo llevó a Freud por un lado a formular la teoría del narcisismo y por otro a proponer la existencia de las psiconeurosis narcisistas enfrentadas a las neurosis de transferencia. La suposición de un sujeto en la psicosis, aunque puede resultar evidente en el trabajo en consulta, encuentra obstáculos importantes para la formalización teórica.
La solución parece ser entonces reintroducir el deseo como operador que permita pensar el abordar la cura en una lógica acorde a la ética del psicoanálisis. La relectura de algunos casos con esta clave permite entender que esta misma puede ser útil para aclarar aquellos casos en los que aún no se ha implantado una suplencia. El concepto de deseo, así como su modalidad de sostenerlo, permite entender algunas conductas del sujeto psicótico que no pueden abordarse entendida como un proceso patológico desde la concepción clásica del síntoma. Al contrario, requiere una concepción de la psicosis como posición subjetiva que rechaza la impostura del padre y por tanto no utiliza el recurso del fantasma ni al Nombre-del-Padre como reguladores del goce. El deseo traído aquí como operador lógico abre el campo clínico, sin reducir el enfrentamiento dl caso del sujeto psicótico a lo que se entiende como patológico si no contemplando los efectos que produce una posición de rechazo radical. Se introduce así la posibilidad de una lectura de los efectos de un rechazo del deseo sobre el goce, los intentos del sujeto por incluir la dimensión del deseo, los cambios de postura con respecto al trío amor-deseo-goce, y las maneras singulares de soporte del deseo que el sujeto puede inventar.