Es muy frecuente que la primera vez que se asiste aparezcan sentimientos como temor o bien ansiedad. Despreocúpate, no te abochornes, esto es completamente normal.
Mi función es recoger esos sentimientos, hacerte sentir lo más cómodo o bien cómoda posible, se trata de crear un buen vínculo, hacer que ese instante concluya siendo agradable. Nunca se debe juzgar ni disminuir al mínimo el problema.
Cuando alguien se anima a asistir lo hace con la idea de solventar aquello que le hace daño, que le daña y le tortura. Es mirar de frente lo que nos duele, con que estos sentimientos de vulnerabilidad brotan con sencillez. Como resulta lógico, la idea es que la terapia conduzca a que deje de hacerlo, no obstante, sabemos que abordarlo, hablarlo, enfrentarlo, puede provocarnos el malestar de hacerlo perceptible y consciente.
El paso inicial para el cambio, es reconocer que algo no marcha bien. El segundo, solicitar ayuda. Los dos son 2 actos que implican gran entereza, pues el valor solo existe frente al temor.